Desde hace ya varios cursos quienes pedalean hasta el instituto cuentan con un aliado silencioso pero imprescindible: nuestro aparcamiento de bicicletas, situado junto a la entrada principal. La cubierta transparente filtra la luz de la mañana, los anclajes en “U” invertida permiten asegurar cuadro y rueda con un único candado y la cámara que vigila la puerta mantiene el área bajo control. El resultado es un pequeño oasis ciclista que, año tras año, ha ido consolidando la costumbre de llegar a clase sobre dos ruedas.
Para que nadie se quede con la duda, recordamos el funcionamiento actualizado: el acceso está abierto de 7:00 a 14:30 —el horario lectivo completo— y no hace falta pegatina ni permiso especial. Basta pasar por conserjería el primer día, apuntar el nombre y describir la bicicleta; de este modo, si surge cualquier incidencia, podremos localizar con rapidez a su propietario. El registro lleva un par de minutos y ayuda a que el aparcamiento siga siendo un espacio ordenado y seguro.
Quienes pedalean a diario coinciden en que las ventajas son muchas: evitan la búsqueda de aparcamiento en la calle, reducen su huella de carbono y empiezan la mañana con la energía que da un breve ejercicio físico. Además, el instituto mantiene a disposición un inflador manual y un juego básico de llaves Allen por si aparece un tornillo rebelde a última hora.
Así que, tanto si eres veterano en esto de llegar sobre dos ruedas como si estás pensando en dar el salto, recuerda que el aparcamiento lleva años esperándote y seguirá ahí, puntual, cada mañana lectiva a partir de las siete. Inscríbete en conserjería y únete a la creciente comunidad ciclista del centro: pedalear hasta clase es, sin duda, la mejor manera de comenzar el día.